Capitulo II
Un remolino de emociones iba inundando mi mente, ¿que otra suerte tenia si ni siquiera podía acabar con algo tan sencillo?; un golpe sordo bastaría y luego, silencio...
-y bueno...debo tomar ese silencio como una redención o... que aun lo sigues pensando. -aquel muchacho seguía estresandome con sus preguntas.
-¿te gusta martirizar a las personas?, o es que hoy tuve el gran privilegio de toparme contigo.- le respondí de forma sarcástica, y como acortando el tema...
El muchacho bufo y dejo de observarme por un momento.
-¿privilegio?...si, tal ves, si así quieres llamarlo...aunque, yo lo llamaría destino.
-¿destino?- respondí burlona- perdona...-me quede pensando al caer en cuenta, de que no sabia el nombre de mi acompañante
-Robert, soy Robert- interrumpió el muchacho- y tu...
-Emma- respondí, mientras Robert asentía en señal de información- bueno, la cosa es que el destino no existe Robert
-pues en eso te daré la contra Emma, porque yo si creo que existe, y mucho- Robert me miro y sonrió ante mi rostro de incredulidad.
-y ¿cuál es tu prueba? o es que solo es el hecho de que me haigas encontrado, si es así, es casualidad algo muy diferente
-bueno, si esto-dijo Robert mirándome y mirando el precipicio- te parece casualidad, entonces, no creo que pueda hacerte cambiar de opinión
Fruncí los labios
-¿porqué no te animas? y... conversamos sobre esto, en un lugar mas...¿cómodo?- dijo Robert mirando el precipicio- tal ves te convenza
Sonreí de forma sarcástica y lo miré de cuerpo entero, por primera vez.
Una tez blanquecina, ojos verdosos y unos pequeños hoyuelos en cada mejilla, adornaban su esculpido rostro alargado, mientras su aspecto atlético y desgarbado, le proveía de un gran atractivo.
-si, claro- respondí ante su propuesta- y así matas a dos de un tiro.
-date la oportunidad Emma, no pierdes nada- respondió Robert.
-¿oportunidad?, para que, para seguir aquí ¿sin nada?... ¿acaso ves a alguien más deteniéndome?...
-bueno...
-no trates de engañarme, perderás tu tiempo-no es mi tiempo Emma, sera el tuyo, date una oportunidad, mira, si no logro hacerte cambiar de opinión, te dejaré en paz, lo prometo- dijo Robert, jugando la ultima de sus cartas.
-¿y tú que ganas con esto?- respondí, pensando en que desición tomar.
-pues...¿una amiga viva?- dijo Robert arqueando una de sus cejas
Mi supuesto último día en este mundo no podía ser más desastroso; primero mi enorme monólogo antes de tirarme y luego el misterioso muchacho llamado Robert salido de quién sabe donde.
-no lo se,... ni siquiera tengo a dónde ir- respondí
-puedo conseguirte una habitación, conozco a alguien...
-oye, ya, enserio, porque tanto interés, no te conozco
-no lo sé, no sé porqué me interesas, tal ves,... te pareces a mi hermana.-respondió Robert en un hilo de voz
Genial, lo que me faltaba, hablar con un loco sentimental.
-este...- se cortaron las palabras que quería mencionar, no quería ser muy dura con él, al final, solo quería ayudar
- ella se tiró,... ella..., de donde tu estas ahora- dijo Robert mirando el precipicio
-yo...lo siento, no...- trataba de decir algo coherente pero, al ver el rostro de Robert me distraía, ¿que pensaría en ese momento?¿qué debía hacer?
- no llegue a tiempo- culminó Robert, luego me miró y sonrió- pienso que puedo ayudarte, a ti..., solo si pudieras, si pudiera ayudarte.
Ambos quedamos en silencio, un silencio muy incómodo y pesado, mi respuesta era lo que se esperaba, y yo, no tenía ni idea de qué responder, o, tal vez no responder y tirarme de una vez, que mas daba, pero ver su rostro me transmitía una paz... ¿sería un ángel? y toda esta cháchara, ¿me la estaría imaginando?
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